GRACIAS COVID-19: RENOVARSE O MORIR

09 Sep

La pandemia ha hecho acelerar el desarrollo tecnológico en un deporte tan tradicional como es el golf. En Deporte & Business hemos implantando la tarjeta de juego electrónica en los torneos de golf profesionales. Se trata de la primera vez que se implanta este sistema en Europa.

Un avance tecnológico sin el cual no se hubiera podido disputar el Santander Golf Tour este año.

Y es que en pleno confinamiento empezaron a surgir protocolos, y más protocolos, y nuevas versiones de protocolos prácticamente cada semana. Pero lo que estaba claro es que había que evitar a toda costa el contacto físico entre las personas.

En el Santander Golf Tour llevábamos utilizando tarjetas electrónicas en los Pro-Ams desde hace dos temporadas: la profesional de cada equipo anotaba los resultados en su móvil, y los amateurs podía disfrutar de un livescoring al más puro estilo profesional, ya que en todo momento iban viendo los vaivenes de la clasificación. Este sistema, de gran éxito en los Pro-Ams, no se había llegado a implantar en los torneos de profesionales, quizás por ese tradicionalismo innato que tiene el golf. Pero sin duda el Covid-19 ha traído algo positivo: nos ha abierto la mente en muchos aspectos, y si ya muchos viajes son sustituidos por videoconferencias, y todo el mundo lo considera normal, lo mismo ha sucedido con el papel: la era digital ha terminado de consolidarse en todos los ámbitos.

La semana pasada, el Santander Golf Tour inauguraba la temporada con un torneo en el Real Golf de Pedreña. Un “torneazo”, dicho por las propias jugadoras, en el que se estrenó la tarjeta electrónica para profesionales por primera vez en Europa. Un sistema sencillo y sin contacto. Una tarjeta digital que cada jugadora lleva en su teléfono, y que una vez terminada la vuelta, cada marcadora se la pasa a su jugadora -airdrop se ha erigido en el método preferido-, y ésta a su vez la entrega a la organización.

Con este sistema, además de evitar contacto físico entre las jugadoras, se evita el riesgo del contacto con el starter, los scorers, y el personal de la organización. Y podría parecer más frío y distante, pero sin embargo, si en algo ha destacado el torneo de Pedreña, ha sido precisamente de lo contrario: de calidez humana, de entusiasmo y de esplendor. Eso sí, salvando las distancias, y con mascarilla, por supuesto.

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